Los Expatriados : Un mundo aparte
Pues sí, hermanos y hermanas, hoy voy a hablarles del mundo de los expatriados en Nepal. Por un lado somos los corresponsales del Times. El personal adscrito a los consulados y embajadas, a las diferentes agencias de las NNUU o a la infinidad de organizaciones no gubernamentales que parió la sociedad civil mundial. Somos consultores, economistas, ingenieros, médicos, antropólogos, sociólogos, profesores de idiomas. Reparamos edificios, construimos puentes, documentamos las violaciones a los derechos humanos, enseñamos todos los idiomas, aconsejamos al Gobierno, instruimos al ejército y a la policía, mediamos en los conflictos, proveemos asistencia técnica. Ganamos entre 50 y 500 veces más que los ciudadanos de este país y, aunque como extranjeros estamos fuera del modelo de castas, vivimos como brahmanes (la casta más alta).
Por otro lado, somos los que viajamos a las zonas más remotas de Nepal y, durante esos viajes, (algunos gustan de llamarlos misiones) muy probablemente tengamos que lavarnos en el río más cercano con un cazo, caminaremos durante varias horas, comeremos la misma comida, dhal, durante varios días, a veces semanas…. Visitaremos los pueblecitos peor parados por la guerra…. Seremos los escribanos de Indias, los oficiales de la Cruz Roja o del Alto Comisionado de las NNUU para los Derechos Humanos y nos sumergiremos, de lunes a viernes en el apasionante mundo de las torturas, las detenciones, las detenciones-desapariciones. Sí, has leído bien, las detenciones-desapariciones se dan cuando la policía o el ejército detiene a alguien y cuando vas a buscarle (cuando los abogados piden el habeas corpus) te das cuenta de que lo han desaparecido, que no está en ningún registro, que eso no sucedió, que lo has soñado. Conocerás de primera mano la situación en las cárceles. Descubrirás, mientras las pulgas se meriendan tus tobillos, que donde debería haber 50 prisioneros hay 200, notarás un olor putrefacto, consecuencia directa del hacinamiento y la falta de medios y voluntad. Redactarás, durante horas, dramas que superan la imaginación del escritor más macabro.
Al final del viaje o misión, regresas a tu condición de Brahmán, a la cómoda vida de expatriado que te espera en Katmandú, y al de unos días, vuelves a descender a las cloacas de Nepal. Y entre tanto ascenso y descenso, con un pie en la cárcel más terrible y el otro en la sauna turca más lujosa, uno tiene que mantener su juicio sano. La descompresión necesaria, al pasar de una atmósfera a otra tan lejana, deja efectos colaterales concretos. Una consecuencia visible de la descompresión semanal es la necesidad imperiosa que tienen una parte importante de los expatriados de recrear un mundo de ficción, a veces con ingentes cantidades de alcohol. Si no me creen, juzguen por ustedes mismos: http://www.flickr.com/photos/33022920@N00/
Por otro lado, somos los que viajamos a las zonas más remotas de Nepal y, durante esos viajes, (algunos gustan de llamarlos misiones) muy probablemente tengamos que lavarnos en el río más cercano con un cazo, caminaremos durante varias horas, comeremos la misma comida, dhal, durante varios días, a veces semanas…. Visitaremos los pueblecitos peor parados por la guerra…. Seremos los escribanos de Indias, los oficiales de la Cruz Roja o del Alto Comisionado de las NNUU para los Derechos Humanos y nos sumergiremos, de lunes a viernes en el apasionante mundo de las torturas, las detenciones, las detenciones-desapariciones. Sí, has leído bien, las detenciones-desapariciones se dan cuando la policía o el ejército detiene a alguien y cuando vas a buscarle (cuando los abogados piden el habeas corpus) te das cuenta de que lo han desaparecido, que no está en ningún registro, que eso no sucedió, que lo has soñado. Conocerás de primera mano la situación en las cárceles. Descubrirás, mientras las pulgas se meriendan tus tobillos, que donde debería haber 50 prisioneros hay 200, notarás un olor putrefacto, consecuencia directa del hacinamiento y la falta de medios y voluntad. Redactarás, durante horas, dramas que superan la imaginación del escritor más macabro.
Al final del viaje o misión, regresas a tu condición de Brahmán, a la cómoda vida de expatriado que te espera en Katmandú, y al de unos días, vuelves a descender a las cloacas de Nepal. Y entre tanto ascenso y descenso, con un pie en la cárcel más terrible y el otro en la sauna turca más lujosa, uno tiene que mantener su juicio sano. La descompresión necesaria, al pasar de una atmósfera a otra tan lejana, deja efectos colaterales concretos. Una consecuencia visible de la descompresión semanal es la necesidad imperiosa que tienen una parte importante de los expatriados de recrear un mundo de ficción, a veces con ingentes cantidades de alcohol. Si no me creen, juzguen por ustedes mismos: http://www.flickr.com/photos/33022920@N00/
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